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Elkar ezagutzeko gunea
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mau
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Un saludo

Mensaje por mau »

Cuando aún estaba en el vientre de mi madre, ella estaba preocupada porque el niño que venía no daba patadas como los demás. Anteriormente había tenido otros dos niños y sabía muy bien cómo se sentían esas “pataditas”. Mis movimientos eran significativamente diferentes, por lo general seguían un ritmo con una suave cadencia y en lugar de golpear parecía que acariciaban.
¿Será que viene pequeño?, ¿Que tiene poca fuerza? se preguntaba mi madre. Y efectivamente venía pequeño pero sí que tenía fuerza, lo que pasa es que ya desde entonces disfrutaba deslizándome.

Cuando nací, resbalé entre las manos de la enfermera y caí entre los brazos de mi madre. “Es tan pequeñito que se escurre” decía la enfermera queriendo justificar que no se le había caído el niño por un descuido, a lo que mi madre con gran templanza y queriendo quitar hierro al asunto respondió “tranquila, se ve que es muy inquieto”.
Lo cierto es que fue una gozada, fue mi primer intento de deslizamiento sin cordón umbilical.

Fuí un niño muy llorón pero rápidamente encontraron la solución... Acunarme. Ese movimiento pausado..., a un lado, al otro lado, a un lado, al otro lado,... era el mejor antídoto.

Cuando aún ni siquiera gateaba, mis hermanos mayores me tendían en una manta y me arrastraban por el estrecho pasillo de sintasol de 8 metros que teníamos en casa. Dicen que hasta ponía cara de velocidad, salvo cuando al dar la vuelta volcaba y me daba contra la pared. Menudas carcajadas y menuda bronca cuando rompimos el tiesto donde todos los años florecía una bonita flor pero que olía fatal.

Cuando empecé a gatear tenía predilección por coger velocidad y tirarme en las cuestas. Esto, por lo visto provocaba mucho miedo y tensión en las personas mayores y hacían lo posible por llevarme a sitios donde no hubiera cuestas. Por eso, empecé a caminar muy pronto, antes de lo normal. De esta forma, no había quien me parara cuando veía una cuesta.

El barrio donde yo crecí, en Ordizia, está rodeado de monte con grandes pendientes. Con 6 o 7 años (no recuerdo muy bien) descubrí lo deslizante que es un cartón sobre la hierba. Seleccionábamos la mayor cuesta, si tenía algún bache en medio mejor para dar un salto, y con el cartón debajo del culo nos tirábamos a toda velocidad en muchas ocasiones sin ser conscientes de cómo podríamos frenar tras alcanzar ciertas velocidades. Es difícil olvidar esa sensación de deslizamiento y también el dolor de los pinchos tras caer entre zarzas al final del camino.
Lo peor fue que estas pistas de deslizamiento en realidad eran terrenos que tenían dueño y le estropeábamos toda la hierba aplastándola. Finalmente tuvimos que ir a un pinar cercano. Y hete ahí, que el cartón deslizaba muchísimo más entre el terreno del pinar ligeramente cubierto de hoja perenne. Todavía hoy día se puede ver un pino mucho más torcido que los demás y creo que se debe a los “abrazos” que le dábamos al parar (alguno incluso creo que le dio besos por el hinchazón que tenía en los morros)

Con unos 8 años, sin que nadie me viera conseguí quitarle un día unos patines a mi prima. Eran de esos patines de hierro con cuatro ruedas también de hierro. Desde que me enteré que los tenía no paré de elucubrar una estrategia para que pudiera ponérmelos y no me viera nadie. Ya sabéis, por aquel entonces parece que los patines era solo cosa de chicas. El caso es que me los puse y aquello no rodaba. Era los mismo que ir andando pero con muchísimo más peso, de modo que había que ir haciendo pasos de gigante con la consiguiente pérdida de equilibrio y caída. Sólo me caí dos veces, pero no fue una buena experiencia.

Tras este errático ensayo, recuerdo que mi atención fue captada por los monopatines. Sí, el clásico sancheski. De camino al colegio pasaba delante de una tienda de bicicletas que tenía dos sancheskis en el escaparate, uno con ruedas negras y otro con ruedas transparentes. Mucha fue la pelmada que les di a mis padres y al final conseguí por lo menos ir con ellos a la tienda a preguntar por esas “peligrosas máquinas del deslizamiento”. Llegamos y al dueño de la tienda no se le ocurrió otra cosa que decirle a mi padre que se ponga encima de uno de ellos para que comprobara si era peligroso o no. Os lo podéis imaginar; fue poner un pie y al subir el otro perder el equilibrio, lanzar una patada que rompió el timbre de una de las bicis y caer al suelo. En un segundo una ilusión se convirtió en una utopía.
Curiosamente ese año en mi cumpleaños mis padres me regalaron el sancheski naranja con ruedas transparentes. Aún hoy día sigo sin entender por qué lo hicieron. ¿Tanto me querían? ¿Querían deshacerse de mi? ¿Buscaban que viviera una experiencia de frustración (pensaban que no sabría utilizarlo)? En fin, el caso es que fue una gran sorpresa para mí, y también para ellos, porque rápidamente me deslizaba con él como si fuera parte de mi cuerpo. Hasta quedé segundo en una carrera de velocidad y resistencia en la que participaron chavales de todo euskadi (el que me ganó tenía un pedazo monopatín que le habían traído de Estados Unidos que parecía que sin esfuerzo volaba; aún así, me ganó porque arriesgué demasiado y resbalé en la última curva :wink: )

Con 12 años fui seleccionado por los frailes de Aránzazu para estudiar en su seminario. Mis padres vieron una oportunidad y así ingresé en los franciscanos sin poder llevarme el monopatín con el que iba a todos lados. No tenía el monopatín, pero mi imaginación conseguía que me viera patinando en cualquier cuesta que veía, incluso diseñaba recorridos.

Con 17 años pasé a estudiar a Pamplona. Ahí descubrí a personas que se dedicaban a andar en patines como cualquier otro deporte. Incluso tenían una pista para ello. Qué envidia! Yo no disponía en esos momentos de dinero para comprar unos patines. Ni siquiera tenía tiempo libre, estaba totalmente centrado en los estudios, pero conseguía sacar algunos minutos en los que me escapaba para ver patinar.

Después pasé a estudiar a Burgos. Estaba en un antiguo convento. En ese momento tuve mis primeros patines. Me los mandaron desde Ordizia. Eran patines de cuatro ruedas de color naranja. En el convento comenzó a correr un rumor: al mediodía en el momento que los frailes oraban un extraño ruido surgía del claustro. El rumor se difundió entre los feligreses y algunos ya estaban diciendo que se estaba obrando algún milagro o que el demonio rondaba el recinto. Nada de eso, era yo con los patines dando vueltas en el claustro. Evidentemente cuando se enteraron los frailes tuve que dejarlo, pero una vez más mi imaginación sirvió para deslizarme por cualquier superficie y emocionarme con lo que eso supone.

Mi vida está llena de anécdotas que dan sentido a mi ser deslizante pero voy a ir acortando que esta presentación se está haciendo demasiado larga.

Hoy día vivo en Donosti y gozo al ver a tantos patinadores recorriendo la ciudad. Me maravillo viendo auténticos artistas del deslizamiento en Sagües. Es muy bonito ver a los velocistas, a los que bailan con los patines, a los que están aprendiendo y titubean con su postura, a los que se dejan acariciar por el viento, a los que sienten el desplazamiento,...

Hace unos meses me regalaron unos patines de fitness y hoy es el día que estoy aprendiendo con compañeros/as de todos/as vosotros/as. Disfruto como un niño, mejor..., disfruto como un adulto. De vez en cuando bajo a la pista de Sagües y como novato doy unas vueltas disfrutando de cada empuje, de cada deslizamiento.

Gracias por acompañarme en un mismo interés y a deslizar....
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luisja
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Re: Un saludo

Mensaje por luisja »

Bienvenido al foro Mau!!! :D Tu primer mensaje ya ha batido un record :twisted: :wink: Nos vemos rodando, deslizando vamos :D
Juancar
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Re: Un saludo

Mensaje por Juancar »

Kaixo Manu, muy bonita presentación, espero que después de tantas trabas, ahora puedas disfrutar de este bello deporte o afición :roller-2010 :roller-2010 :roller-2010 :roller-2010
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MARISA
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Re: Un saludo

Mensaje por MARISA »

¡¡Bienvenido!!
Preciosa presentación. Me gusta que la gente exprese lo que siente. Hay quien, en ocasiones, siente una profunda emoción, por ejemplo por haber encontrado gente que vibra ante algo que a tí también te apasiona pero que no es capaz de expresarlo, o que le da pudor.
Me gusta que la gente hable de sentimientos y de emociones. Que sea capaz de decir que ha disfrutado con un encuentro, con una conversación, con un día de patinaje compartido.
Gracias por mostrarnos tu parte más sensible.
Seguro que patinas como los ángeles.

¡Nos vemos patinando! :roller-2010 :roller-2010 :roller-2010 :roller-2010
Caminar es humano, patinar es DIVINO.
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jjsandua
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Ubicación: Pasaia

Re: Un saludo

Mensaje por jjsandua »

Aúpa Manu muy bonito, parece que lo de deslizarte es una de muchas aficiones entre ellas escribir, si me equivoco pasa el numero de tu camello :twisted:
Bienvenido nos vemos sobre ruedas
Le doy un Sobresaliente a La Ruta Gansa
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juankar
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Registrado: Lun Jul 12, 2010 8:50 pm
Ubicación: Donostia

Re: Un saludo

Mensaje por juankar »

Aupa Mau, bienvenido al foro. Desde aqui te invito a las rutas y actividades que solemos hacer. Pásate por la página principal y pégale un vistazo a la sección actividades. Nos vemos.
Si quieres, puedes.
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mau
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Ubicación: Donostia

Re: Un saludo

Mensaje por mau »

Muchas gracias por el recibimiento.
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