20 de Agosto
Llevo dos días sin fumar. Bueno…cuarenta y cinco horas, aunque el hecho en si no aporta ninguna novedad porque he dejado el tabaco una docena de veces (siempre he dicho que dejarlo una sola vez carece de mérito, pero casi nadie entiende la broma). Tampoco seria novedoso decir que ahora lo dejo para siempre, porque en todas y cada una de las ocasiones anteriores he pensado lo mismo, y cada vez el siempre era más corto. De todas formas es necesario planteárselo así, es casi obligatorio y no hay que tener ningún miedo al ridículo: el “para siempre” aporta una idea de inevitabilidad, de “ya esta”, “que le vamos a hacer”, que parece eximirte de cumplir arduos plazos, de fijarte metas exigentes que nunca llegas a alcanzar, tipo “voy a aguantar toda la semana con este paquete”, o “a ver si estoy todo el día sin fumar”, en situaciones así la angustia es mucho más horrorosa que si piensas “ya está, lo he dejado para siempre”, y al terminar los ridículos plazos se tiende a recuperar el tiempo perdido fumando aún más que antes.
Además, esta vez ha de ser la definitiva porque creo que en 26 años ya he fumado todo lo que tenía que fumar, y siento un profundo hastío de ceniza y humo y toses y mal sabor de boca y agujeritos en la ropa y tiempos muertos. También tengo en esta ocasión la ayuda de unas pastillas que, según me han asegurado, inhibe el deseo de fumar actuando directamente sobre el cerebro. Espero que al menos, eviten esa mala leche que destilo siempre a partir del tercer día sin tabaco, aunque solo consiguiera eso, ahorrarle a mi familia las malas caras y los gritos a destiempo, ya habrían sido de mucha utilidad.
En cuanto a dominar el deseo de nicotina, yo siempre había pensado que había que hacerlo sin ayuda, vamos, a lo macho, y que no me valían ni parches, ni chiclets, ni píldoras, ni inyecciones, pero han sido tanto los intentos fallidos, ha sufrido tanto mi autoestima, que ya no tengo ganas de hacerme el valiente.
23 de Agosto
Llevo más de cien horas sin fumar. En los últimos 26 años esto solo lo había conseguido en dos ocasiones, así que no va mal la cosa. Lo que no sé es la proporción de merito que corresponde a las pastillitas de marras (que dice mi mujer que me dejar como agilipollado), pero de verdad que los nervios y ansiedades son menores que otras veces.
Lo que no cambia es el aburrimiento. Es lo peor de dejar la nicotina, oye, la cantidad de tiempo que se te queda vacío de pronto. O, visto de otro modo, ¡la cantidad de tiempo que se pierde fumando! De verdad, es impresionante cuando se piensa detenidamente, porque muchísimos cigarrillos se gastan en tiempos muertos, en soledad, sin hacer otra cosa que echar humo como un tonto y ver como se deshacen las volutas en el aire. Cuando todos esos ratos se quedan vacíos piensas en leer, en escribir, en pasear, en dibujar, en resolver crucigramas, en jugar con la maquinita de tu hijo, en charlar, en hacer gimnasia, en aprender húngaro, en lo que sea con tal de matar el aburrimiento.
Lo malo es que al final, al final del rato, sin haber leído, ni charlado ni por supuesto aprendido húngaro, echas de menos irremisiblemente un cigarrillo.
En fin, me voy a llorar un rato de forma harto desconsolada, y a dormir, que es como de verdad se aprovechan esos ratos.
24 de Agosto
Hoy he pasado una crisis. La peor. Todas las células de mi cuerpo, desde las que forman la yema de los dedos hasta las del píloro, que no sé donde está, me pedían un cigarrillo. Y sin embargo, la he superado. Casi he llorado de rabia, eso sí, la he superado. Y luego he intentado racionalizar la situación, me he dicho; a ver ¿Qué tenemos si no fumamos?
- Menos toses.
- Menos dolores de pecho.
- Menos riesgos de infarto y de cáncer de pulmón.
- Mejor sabor de boca.
- Menos niños reprobándote
- Más abuelos contentos
- Más tiempo.
- Más dinero.
- Más sensibilidad general (al oler, al saborear…)
- Mejor humos (a largo plazo)
- Etc.
¿Y qué tenemos si fumamos?
- Pues eso que fumamos.
Y punto. Aunque no voy a negar que sea un placer. ¡Que me lo digan a mi!
Pero continuando con el análisis, he pensado yo mismo, para mi persona: ¿Qué clase de placer es éste?¿Es acaso, co el que proporciona la brisa fresca ciando estás sudando?¿Es a lo mejor como el de una cerveza helada y unos boquerones a cualquier hora? Pues resulta que no. Que es un placer circular, autorrecusivo, algo así como bastardo, que se crea a sí mismo y se agota en sí mismo: cuando tu cuerpo se ha acostumbrado a la nicotina y siente necesidad de ella, el placer no es más que la satisfacción de esa necesidad. Todo lo demás, ritos y mitos que cada fumador crea alrededor del simple acto de inhalar humo, es un añadido que solo disfraza un hecho desnudo y cierto: fumar es, en si mismo, un hecho lamentable y bastante idiota. ¡Y lo sabe todo el mundo! ¡Hay que joderse!
25 de Agosto.
Hoy daría una mano por un cigarrillo. Me voy a dormir.
26 de Agosto.
Releyendo lo que escribí ayer, se me ocurre formular una queja contra el mundo y la gente y el estado general de las cosas: cuando alguien intenta dejar de fumar, todos sus allegados, conocidos, familiares y amigos deberían abstenerse de hacer lo que hacen normalmente para no torturarle de manera innecesaria: nada de reuniones alegres y dicharacheras, nada de cervezas y vinitos y cafés y copas, nada de partidas de dominó, nada de preguntar qué, como lo llevas, y nada sobre todo de fumar en su presencia. O a lo mejor hacen todo eso a conciencia, para que el hecho de dejar el tabaco tenga mucho más merito. ¡Pero hay que ver como joden!
27 de Agosto
Ya he perdido la cuenta de las horas que llevo sin fumar. Al principio tiene gracia el asunto, pero después te haces un lío porque sumar veinticuatro a ciertas cantidades no es tan fácil sin calculadora. Ahora, por fin, puedo contar el tiempo por semanas. Solo llevo una y pico, pero da una alegría…Además, parece que es más seria la cosa a partir del séptimo día (que hasta Dios descansó entonces), y todo el mundo dice que es periodo que peor se pasa, que a partir de la semana ya es todo más fácil (y una mierda, diría yo).
Aunque lo mejor sería no contar siquiera, solo dejar pasar el tiempo y de pronto mirar atrás y descubrir que llevas dos meses, o un año, o lo que sea. Pero no puedes pensar en otra cosa.
Llevo 208 horas y 17 minutos sin fumar.
28 de agosto.
Estoy asustado. No sé si será un efecto de las pastillas, pero a menudo se me agarra a las tripas esa mano que te las estruja cuando tienes mucho miedo. Y no sé de qué, aunque podría ser miedo a cambiar, a ser otro (últimamente me como mucho el coco). El tabaco forma parte de mi vida desde hace 26 años, una parte importante, diría yo: había momentos del día, que estaban indisolublemente ligados a él, actos que no concebía sin un cigarrillo en la mano, y ahora debo aprender, lo estoy haciendo, a enfrentarme a ellos con las manos desnudas. Duele ser o haber sido tan esclavo, pero así son las cosas. Puede que tenga miedo a ser un hombre nuevo.
29 de Agosto
He vuelto a leer como antes. En doce días han pasado por mis manos Monterroso, Auster, Borges,…He vuelto a terminarme un libro en un par de días. Y he disfrutado.
Pienso si el tabaco, el habito impenitente, no me habría hecho vago, si no me hice conformista y apático por su causa, si no habrá adormecido mi conciencia y atrofiado mi sensibilidad (y si no moriré ahora de cursilería). Antes de fumar, y aún en los primeros años de vicio, leía, escribía mucho, dibujaba, tañía, cantaba imaginaba y sentía con más facilidad y gozaba con todo ello ¿Volverá toda esa intensidad después de tantos años? ¿Resucitaran mis musas? No lo sé. Por ahora, leo mucho.
30 de Agosto
No sé si Las pastillas me estarán sentando bien. Me ponen como muy atontado. Creo que las voy a dejar también, como el tabaco, antes que ellas me dejen a mí.
2 de Septiembre
Hace ya tres días que no tomo pastillas. En cierto modo me sentía estafado, porque veía sustituida mi titánica voluntad de no fumar por un sentimiento amorfo, apático y apelmazado que me robaba, digamos protagonismo: no fumaba porque no tenía ganas de nada. El asunto perdía así su vertiente heroica, ni había allí ni coraje ni valor, no había lucha, no había merito ninguno. Además perdí algo, un estado de animo que muchas veces me había llevado a dejar el tabaco por un tiempo solo para volver a sentirlo: una inquietud, un aumento perceptible de la actividad neuronal, una mayor sensibilidad a todos los niveles, un ser consciente de detalles que de otra forma se escapaban, una predisposición a intuiciones creativas y por ende placenteras,… y el hambre; un hambre gargantuesca que hace que coma a todas horas, y que cualquier cosa sea un manjar. Pues bien, todo eso creo que finalmente lo estoy recuperando. Todo eso unido, claro está a una cada vez más evidente malhumor que comienza a hacer las delicias de todos los que me rodean.
Y es que en cierto sentido, estoy mucho más vivo, para lo bueno y para lo malo.
3 de Septiembre
Muchas veces he pensado durante estos días: ¿Por qué demonios he dejado de fumar? No me iba mal del todo esta vez, ni tenía muchos ahogos, ni muchas toses como en otras temporadas. Pero luego recuerdo que con el tabaco no se es libre, y me da mucha rabia. Si te gusta algo, o alguien, incluso si te gusta mucho y crees que podrás pasar sin ello, debes tener la posibilidad de dejarlo si te viene en gana. Pero la nicotina no te deja esa posibilidad, no puedes (yo al menos) fumar durante un tiempo y descansar durante una temporada; ha de ser (En mi caso, repito) todo o nada. Y el todo te puede matar y la nada cuesta un huevo. No es justo. Por eso, entre otras causas, quiero dejarlo, porque es una amante exclusivista y artera y tramposa que no te deja elegir.
5 de Septiembre.
Frases y pensamientos que, con un poco de suerte, no habré de repetir:
- ¿Se podrá fumar ahí adentro?
- ¡Dios, me quedan dos cigarros y están todos los bares cerrados!
- ¿Dónde tendrán en esta casa los ceniceros?
- ¡Vaya, se me ha olvidado el mechero!
- ¿Le molestará a esta señora el humo?
- ¿Habré provocado yo ese incendio forestal?
- esperaré a que nadie mire y tiraré la colilla en la acera.
- ¿Y si le pido fuego a esa chica y resulta que odia a los que fuman?
- ¿Cuándo se acabará esta p**a película, reunión, funeral, concierto,..?
- ¡Joder, si soy el único que fuma aquí!
- No me da tiempo, pero es igual: le doy tres caladas y lo tiro.
7 de Septiembre
Para una persona como yo, estar un día sin fumar es una proeza; estar una semana, una heroicidad sin nombre. Pues bien, ya llevo…¡Tres semanas!
Además, en el ínterin (peaso palabra, tú) ha comenzado el trabajo. No es nada duro por ahora, no hay niños, pero el trato con los colegas ha sido puro suplicio.
- ¿Qué has dejado de fumar? ¡Traidor! ¿No lo íbamos a dejar juntos? ¡Pues ahora no lo dejo yo, hala!
Y yo callado.
- ¿Qué el Edu ya no fuma? ¡Dos días, le doy dos!
- ¿Y luego se muere?
- ¡No hombre, no ¡ ¡Luego vuelve a fumar, fijo!
Y yo callado.
- ¡Ah, ya decía yo que había vuelto de vacaciones hecho una morsa!
Y yo callado.
- ¿Qué no fumas? Anda dame fuego, que a mi no me engañas.
Y yo callado. Dentro de poco empezaran las clases, los cabreos, los nervios, y arreciaran las ganas de encender un pitillo. ¡Qué no sé yo si esa prueba será más dura que la de aguantar a mis propios compañeros!
9 de septiembre
Confirmado: se puede vivir sin tabaco. Ahora bien, es difícil, y no se como lo hacen los que nunca han fumado. Aunque releyendo este diario me doy cuenta de que todo lo que cuento parece muy bonito: recuperas cosas, ahorras, eres más feliz…Pues no. O al menos no tan fácil. Lo que pasa es que en los ratos negros, esos en los que no me encuentro, en los que no me conozco, en los que añoro mi apéndice humeante, tampoco tengo ganas de escribir, y se ve que solo lo hago cuando estoy arriba, en la cresta, cuando lo veo todo guapo. Pero también está la otra cara de la moneda, y ayer duró caso todo el día. No sé cuándo será todo más normal.
Tampoco he mencionado hasta ahora un hecho importante: mi mujer también ha dejado de fumar. Lo hizo el mismo día que yo y lo pasa mal a su manera, aunque ella sólo fumaba tres o cuatro cigarrillos diarios; pero dejar esos tres o cuatro a veces le cuesta lo mismo que a mí dejar los cuarenta. Ahora nos ayudamos mutuamente, nos reímos del otro, y así el mono parece menos feo.
10 de septiembre
Hay en todo este asunto un hecho curioso que no quiero dejar de mencionar: desde que dejé el tabaco, PESO UNA MEDIA DE TRES KILOS MÁS QUE ANTES, PERO, a pesar de lo que diga algún envidioso, NOESTOY MÁS GORDO (para demostrarlo tengo sólidos argumentos de tipo indumentárico y especulovisualístico). Puede ser que ahora los tejidos internos hayan mejorado su calidad, que sean más densos, no sé…Pero es totalmente cierto.
Mi mujer, a pesar de lo evidente que es lo anterior, se ha empeñado en que siga un régimen adelgazante, y voy yo y le digo...¡¡¡Sí, hombre, y qué más???
Se lo merecía. Pero como también tiene el síndrome puñetero, se me ha puesto a llorar y le he jurado que limitaré a dos litros mi consumo diario de cerveza. Es lo más que puedo hacer en estas circunstancias.
11 de septiembre
Otro hecho que altera el hecho de dejar de fumar es, por lo visto, la sensibilidad: no he podido evitar las lágrimas ante la salvajada de las Torres Gemelas en Nueva York. En otros tiempos habría despotricado, habría pensado lo mal hechos que estamos los seres humanos, pero nunca habría llorado. En fin, no quiero frivolizar más sobre el tema.
Mi mujer ha descubierto el diario y dice que miento como respiro, pero no es cierto: al igual que yo, tiene la sensibilidad hiperdesarrollada. ¡Cómo nos lo vamos a pasar los dos llorando a moco tendido con ciertas películas!
Aunque, ahora que lo pienso, también la risa se ha hecho entre nosotros más abundante y más sana. En general, tanto penas, como alegrías se viven más intensamente y la cosa se compensa.
13 de septiembre
Como dijo Confucio, ehto éh la leshe. ¡Ahora resulta que también duermo mejor! Me levanto más descansado, recuerdo mejor los sueños, tengo mejor humor,…no sé, es demasiado ya. A veces me parece que soy un anuncio viviente de alguna ONG rara, tipo Exfumadores Mundi, y no es que me preocupe mucho, sólo escribo esto para mí, pero me estoy ya como muy relamido, demasiado positivo,…¡Casi me dan ganas de fumar otra vez para dejarlo y experimentar de nuevo todo esto que he escrito!
Lo que tengo que recordarme a veces son las ganas que tenía de dejarlo, los cientos de argumentos que me planteaba para convencerme, y lo orgulloso que tendría que estar. ¡Porque mira que te lo ponen difícil!; ¿Pues no van los hijos de su madre y le ponen cosas al tabaco para que sea más adictivo? ¿Qué sí, que lo he visto en la tele, y la tele no engaña!
En fin que voy a llamar a un par de ministerios para preguntar si habría subvenciones para una ONG más.
17 de septiembre.
Ha empezado el trabajo en serio. Las clases están en marcha y los niños han venido igual de fastidiosos que siempre. Igual de interesantes, también. Uno me ha dicho: “Profe, si tú dejas el tabaco lo dejo yo también” ¡Y tiene catorce años, el tío! Me ha llegado al alma.
19 de Septiembre
Un mes sin tabaco. Estoy hecho un hombre.
21 se Septiembre
Hasta ahora había tenido que aprender a hacer sin fumar las cosas que me gustaban, tales como tomar cervezas, pasear, leer, etc. Desde hace unos días, he tenido que aprender a hacer sin fumar lo que no me gusta, trabajar. Y es mucho más duro que lo otro. El tabaco era un refugio entre clase y clase, un amigo durante el recreo, una panacea ante los problemas y los nervios, un apoyo en las relaciones con los compañeros, un motivo de invitaciones y toma y dame y no me queda y es el último y es igual cógelo. Y ahora no queda nada de eso. Es duro, ya te digo, pero he aguantado bien, porque llevar más de un mes con esto te hace aparecer ante ti mismo como un curtido veterano de guerra y no es cosa de relajarse. Ahora.
Ayuda bastante a sobrellevar el asunto la convicción de que ya no cuento el tiempo, de que los días pasan mucho más rápido, de que no es cuestión de “a ver cuánto aguanto,” sino de “tío, lo he dejado de verdad”. Ya no me siento un fumador en excedencia, sino un verdadero extabacómano.
Lo que no entiendo muy bien es por qué dice tanta gente incluidos muchos compañeros de trabajo: “¡Jo, tío, que suerte! ¡Ojala pudiera yo dejarlo también!” ¡Coño!, pues déjalo. Fácil no es para nadie, pero hay que intentarlo en serio y ponerse a ello con toda la voluntad del mundo. Es la cosa más tonta de la Historia: millones de seres humanos que siguen haciendo algo que saben positivamente que les hace daño (el alcohol, al menos altera la conciencia y te hace sentir alegre aunque sea de forma artificial). Claro que a mí me pasaba también, he sido uno de ellos y les entiendo perfectamente…En fin, que me embarga el orgullo y que me voy a dormir.
23 de septiembre
Hace tiempo que le di las pastillas a un primo de mi mujer y hoy le he vuelto a ver. Resulta que lleva una semana sin fumar, el tío, y no veas la gracia que me hace verlo, todo nervioso pero exultante de alegría, hablando sin parar del tema, jurando que es para siempre, comiendo como un cerdo y bebiendo cerveza como un hooligan…vamos, como yo a su edad. Además me ha ducho que las pastillas le van de muerte (no jodas, Juan), que no se irrita, que está tranquilo, que no sufre.
Lo bueno de esto es la camaradería que se forma. Lo llamo, “que, como vas”, “aguanta macho, el que se rinda paga una cena” (con lo que comemos y bebemos últimamente puede ser la ruina de cualquiera). Me llama “que, como vas”, “yo dejo las pastillas pronto, voy a seguir a pelo, que me dice mi mujer que me dejan como agilipollado”. Me suena.
En fin, que con un poco de suerte la “Exfumadores Mundi” se va a convertir en algo serio.
27 de Septiembre
Cuarenta días sin fumar. Cuarenta días como la Pascua, como la estancia de Jesús en el desierto. Es un número muy utilizado en la cultura judeocristiana para señalar periodos de purificación y catarsis y así lo he vivido yo: dos litros de cerveza que me han dejado como nuevo (dice mi mujer que a ver si por salvar los pulmones me voy a castigar el hígado).
La cuestión es que, visto con la distancia suficiente, el asunto este de dejar de fumar no ha resultado tan terrible como cría. Cierto es que al principio eché mano de las pastillas, pero en conjunto todo se ha desarrollado de forma harto plácida, tan plácida que me da algo de miedo. Lo veo todo desde una perspectiva tan ecuánime, son tan momentáneas las irritaciones, que me siento tan bien, en suma, que a veces pienso que se trata de un espejismo, de un estado de animo artificial creado por el mono de tabaco.
Y es que resumiendo, todo ha sido mucho más fácil de lo que esperaba. Si lo llego a saber, lo dejo antes.
Epilogo
Comencé a escribir este diario con la esperanza de que me ayudara a pasar el mal trago de dejar el tabaco, procurando entretener la mente en algo distinto y evitando que se obsesionara con el tema. La verdad es que no lo conseguí del todo, pero me fue divirtiendo la tarea al ver que, dedicándome un poco de tiempo a la introspección, siendo sincero y atento a los cambios de animo, escribiendo y repasando, le encontraba más sentido a todo y me obligaba a perseverar en el intento: haber fumado hubiese sido una traición.
Ahora lo releo y me hace gracia: todo se ha vuelto más reposado, más normal, pero he vuelto a vivir la angustia de los primeros días, la sobreactividad nerviosa y he disfrutado recordando lo que he llamado, hablando con un amigo, “el cuelgue del mono”. Y es que la experiencia te deja enganchado. Estoy a punto de volver a fumar sólo por volver a dejarlo.
Era broma.